Al principio había un Dios. Sí, de esos con mayúscula delante. Un Ser Omnipotente y todas esas paparruchadas. El típico que podía crear un mundo y todo eso. Pues bien, resulta que, en parte, hay que reconocer que las religiones tenían algo de razón, puesto que ese tipo de Creador existió. Pero está claro que no es el mismo del que ellas hablan. Y voy a explicarme.
Al principio no había nada. Y un paisano que se aburría mogollón creó, de una pelota medio pinchada que tenía en el garaje, el mundo. Juntando varias teorías perfectamente válidas, cuando no había aún formas de vida sobre ese mundo, se ideó a los elfos. Bueno, sí, podría ser. Y luego los enanos. Psa. Pero, ¡ay amigo! cuando se llegó a los humanos… El Primero no fue Adán, qué va. El primero no fue uno, sino tres. Trillizos. Se les puso el nombre de Steven (el más alto), Chuck (el de más barba) y Charles (el de cara con más mala hostia). Pero no se les dio libre albedrío. No. Lo tomaron ellos por su cuenta. Muy probablemente en el mismo instante en que comenzaron a respirar y, todos a una, le propinaron a Dios una apocalíptica paliza mortal, fruto de la cual, con tantos temblores de tierra que hubo, murieron los dinosaurios. Tan mortal había sido la cantidad de hostias propinada, que la inmortalidad de Dios quedó un poco… afectada. Como cuando uno dice que no va a tajar y luego se pilla un colocón del quince. Pues algo parecido, sólo que en términos de mortalidad.
Como todo el mundo sabe, hacer ejercicio da apetito. No hacerlo, también, pero el deporte… buf, mucha hambre da. Como de aquella no tenían un guía espiritual que les guiase por algún camino, se comieron a los elfos. Y a los enanos. Así de simple. Con espaditas y hachas y toda esa murga. Estaban realmente hambrientos. Así que, de golpe y porrazo, pues ya tenemos también una explicación lógica de por qué no existen hoy en día tales personajillos.
Y, como estos tres tipos no eran los típicos hermanos que se llevan a matar continuamente, pues decidieron, por unanimidad que, para no estorbarse, se repartirían las películas y el mundo de manera civilizada, y así poder convivir en paz. De acuerdo, bien podrían haber ido a otro planeta, pues tienen infinidad de poderes desconocidos con los que lograrlo, pero La Tierra les mola. Es lo que hay.
Yo, humildemente, reconozco que hablar en una misma historia de los tres hermanos es harto complicado y mentalmente muy doloroso, así que me voy a ceñir únicamente en el más alto. Que no es poco.