lunes, 29 de diciembre de 2008

Fray-Tuko Presenta: Hoy, Steven Seagal

Al principio había un Dios. Sí, de esos con mayúscula delante. Un Ser Omnipotente y todas esas paparruchadas. El típico que podía crear un mundo y todo eso. Pues bien, resulta que, en parte, hay que reconocer que las religiones tenían algo de razón, puesto que ese tipo de Creador existió. Pero está claro que no es el mismo del que ellas hablan. Y voy a explicarme.

Al principio no había nada. Y un paisano que se aburría mogollón creó, de una pelota medio pinchada que tenía en el garaje, el mundo. Juntando varias teorías perfectamente válidas, cuando no había aún formas de vida sobre ese mundo, se ideó a los elfos. Bueno, sí, podría ser. Y luego los enanos. Psa. Pero, ¡ay amigo! cuando se llegó a los humanos… El Primero no fue Adán, qué va. El primero no fue uno, sino tres. Trillizos. Se les puso el nombre de Steven (el más alto), Chuck (el de más barba) y Charles (el de cara con más mala hostia). Pero no se les dio libre albedrío. No. Lo tomaron ellos por su cuenta. Muy probablemente en el mismo instante en que comenzaron a respirar y, todos a una, le propinaron a Dios una apocalíptica paliza mortal, fruto de la cual, con tantos temblores de tierra que hubo, murieron los dinosaurios. Tan mortal había sido la cantidad de hostias propinada, que la inmortalidad de Dios quedó un poco… afectada. Como cuando uno dice que no va a tajar y luego se pilla un colocón del quince. Pues algo parecido, sólo que en términos de mortalidad.

Como todo el mundo sabe, hacer ejercicio da apetito. No hacerlo, también, pero el deporte… buf, mucha hambre da. Como de aquella no tenían un guía espiritual que les guiase por algún camino, se comieron a los elfos. Y a los enanos. Así de simple. Con espaditas y hachas y toda esa murga. Estaban realmente hambrientos. Así que, de golpe y porrazo, pues ya tenemos también una explicación lógica de por qué no existen hoy en día tales personajillos.

Y, como estos tres tipos no eran los típicos hermanos que se llevan a matar continuamente, pues decidieron, por unanimidad que, para no estorbarse, se repartirían las películas y el mundo de manera civilizada, y así poder convivir en paz. De acuerdo, bien podrían haber ido a otro planeta, pues tienen infinidad de poderes desconocidos con los que lograrlo, pero La Tierra les mola. Es lo que hay.

Yo, humildemente, reconozco que hablar en una misma historia de los tres hermanos es harto complicado y mentalmente muy doloroso, así que me voy a ceñir únicamente en el más alto. Que no es poco.

martes, 16 de diciembre de 2008

Dante se despierta

Recuperó la consciencia en una pequeña celda. Una antorcha iluminaba escasamente la estancia, pero le sirvió para ver que al menos no había demasiada humedad, que el suelo estaba semi-cubierto de paja seca y de que estaba encerrado. Aparentemente. Porque cuando se acercó a la puerta se dio cuenta de que únicamente estaba arrimada. Al fin un poco de buena suerte, podría haber pensado (que yo no lo sé porque no estaba en ese momento en su cabeza).

Fueran quienes fuesen sus captores, quedaba bastante claro que no pretendían mantenerlo retenido. Eso, o que eran un tanto despistados. Y eso era lo menos probable.

Se pasó un buen rato reuniendo fuerzas y, cuando acumuló las mínimas necesarias para caminar, se atrevió a aventurarse fuera de aquel habitáculo.

Aunque no tenía muchas alternativas, decidió escoger el camino que le indicaba la luz de las antorchas. Podría salirle mejor o peor, pero al menos de aquella manera vería lo que se le viniera encima.

Así pues, con una mano sujetándose las costillas, que no cesaban en su empeño por joderle con tanto dolor, y con la otra preparada para dar rienda suelta a su desesperación por tanta mala suerte, comenzó a caminar con escasa determinación por el pasillo apenas iluminado.

Se sentía bastante cansado, de manera que cada poco tiempo paraba a coger aire. Un aire, por cierto, cargado allí de humedad, no como en la celda, y que se le metía a través de la ropa que aún traía encima, pero hecha jirones.

Al cabo de no mucho trecho alcanzó a ver una tosca puerta cerrándole el paso. Y debía de ser el único camino posible, puesto que no había ningún otro pasadizo, ni a la vista ni oculto. Por lo tanto, se acercó con mucha cautela y apoyó la oreja en la madera. No se oía ruido alguno, pero tenía la sensación de que tras ese obstáculo no habría más que problemas.

Buscó cualquier tipo de objeto que pudiera encontrar en el pasillo por el que había venido, pero lo único útil que vio fueron las antorchas. Cogió una y regresó ante la puerta. Se dispuso a intentar abrirla pero, cuando volvió a acercarse, ésta, sin hacer ningún tipo de chirrido de ese que hacen todas las puertas en las películas de terror, se abrió. Posiblemente este hecho provocó que se acojonara aún más de lo que ya estaba. Solo le faltaba que hubiera alguna clase de magia en el asunto. ¡Acabáramos!

Cruzó la puerta y, para su alivio, distinguió un finísimo hilo atado a la manilla. Sonrió. Casi estaba preparado para algo sofisticado, pero aquello era muy cutre. Incluso patético. No obstante, era él quien estaba allí atrapado, así que tendría que seguir tomándose en serio el asunto. Pero saber que no hay poderes arcanos ni monstruos como en las leyendas, alivia, en estas situaciones.

Dondequiera que hubiese entrado, había mucha menos humedad y menos frío. Menos, incluso, que en la última celda en la que había aparecido. Se detuvo y prestó atención. Notó un cambio también en el olor. Le recordaba al de la... ¡gasolina!

Nada más darse cuenta, se dio la vuelta, preparado para una huida heroica como la que nadie recordase jamás pero, como si se tratase de un acto reflejo o hubiese activado alguna clase de mecanismo, una llama azulada surgió unos metros por delante y lo fue rodeando, mucho más rápido que lo que sus mermadas fuerzas y reflejos le hubieran permitido escapar.


Se percató de que querían jugar con él, así que optó por no hacer ninguna maniobra suicida. Si hubiesen preferido acabar con él, no se habrían tomado tantas molestias. Además, ya se había cansado de jugar al gato y al ratón, con lo que, en un arranque de furia, volvió a darse la vuelta y le gritó a la oscuridad más allá de las llamas, en un gesto de rabia e impotencia.

Como reacción a su increpación, más fuego, pero en esta ocasión de antorchas, se fue encendiendo aquí y allá y, con ese fuego, se fueron vislumbrando decenas de figuras que permanecían quietas, expectantes...

Pasados unos momentos, tras haberse aclimatado ya a aquella luz, Dante, aún dolorido y magullado, distinguió lo que en su imaginación solo aparecía cuando más salido estaba, una semana al mes, aproximadamente (casi con toda seguridad era cuando la luna estaba llena): todas las personas que le rodeaban eran mujeres con muy, muy poca ropa. Cuerpos de todos los tamaños, tetas de todo tipo, susurros e incluso tímidos gemidos.

Dante cerró los ojos, contó hasta diez y volvió a abrirlos. Todo estaba allí. Después de todo lo que le había pasado desde que apareciera donde se encontraba había sido muy jodido... y ahora esto. No podía dar crédito. No podía estar ocurriendo de verdad. Entre las voces que había oído en la primera persecución no había voces femeninas. Así pues, debía de tratarse de alguna trampa. Se puso en tensión. Aquello no le gustaba nada. Estudió el terreno gracias a la mortecina luz y se preparó para escapar. Levantó el primer pie y... un fuerte golpe en la nuca le volvió a sumir en la inconsciencia. La única diferencia, que cuando se despertó, estaba atado de pies y manos, en una postura que no auguraba nada especialmente agradable, según sus propios parámetros acerca de un futuro perfecto: nada más y nada menos que... ¡a veinte uñas!

lunes, 8 de diciembre de 2008

Fray-Tuko Presenta: Hoy, Marilyn Manson

Marilyn Manson (uno de los Mayores Hijos… del Mal que pisa el planeta con sus “Destroyer Canis” ).

Cuenta la leyenda que este personaje fue concebido en los albores (perdón, árboles) nipones después de que el padre de Ranma, Genma Saotome le pusiese su semillita panda a una lagartija escuálida, en uno de sus habituales momentos de aburrimiento.

Como el rollo que se tiene Ranma en plan: ahora soy tío con agua caliente, ahora soy tía con agua fría, le molaba, pero Marilyn no había pasado por las pruebas de artes marciales de su hermanastr@, pues se lo montó de manera que cada vez que sale a la calle pues el pollo se parece a una lagarta (en eso salió a su madre) o a un… lagarto (tiene el concepto de Edipo muy arraigado).

Por supuesto, como todo famoso acaudalado o estrella de rock, el chaval pasó una infancia muy dura en la que sufría a diario la pérdida del bocadillo en el cole, así como algún que otro piño, como consecuencia de golpear con sus dientes los puños de sus hambrientos compañeros. Sí, esos que hoy en día invariablemente serán vendedores de coches de segunda mano o de cualquier cosa en cualquier tienda del pueblo o ciudad en la que vivan. La Historia dicen que es cíclica, así que este cliché es válido.

Cómo no, a Brian (por cierto, el menda en cuestión se llama igualito que el perro de los Griffin y no al revés), como buen rockero moderno (topicazo aplicable) siempre le han gustado bandas como Kiss y Black Sabbath (lo jura, lo jura), así que está en la onda, sabe lo que se trae entre manos. Dicho tópico reza que para ser guay y prosperar en el mundo del rock te han de gustar esas bandas. Así lo reconocen tipos como Fred Durst de Limp Bizkit, probablemente los de Linkin Park… ya sabéis, los auténticos follacabras que se quedan con vuestro dinero a cambio de basura musical.

Ya siendo adoslecente, el chaval comenzó a ser un transexual transgresor, un poeta y un entusiasta de todo lo satánico (pues le habían metido miedo en el cuerpo sus católicos y fanáticos profes y prefirió pasarse al lado oscuro). Estas y otras cosas menos importantes hicieron que, nuevamente, se enfrentase cobardemente a los tópicos y, ¡oh, no me lo puedo creer! Formase una banda de rock. ¡Ja ja ja, tópicos, tópicos, clichés! ¡Que vivan los EEEEUU! (Estúpidos Estados Unidos de los Uruk-hai)

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Y para no soltar el rollo de golpe, el próximo día que me salga de las pelotas, terminaré el articulillo, el cual embelleceré hermosamente con afotos de los protas de la historia.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Nuevas ideas...

Vaya por delante que, entre pitos y flautas, no sé si estoy más o menos libre, más o menos aburrido, más o menos desquiciado en general… o si cada vez que me relajo, no pienso más que en chorradas. Que conste, eso sí, que yo al menos me río. Hacerlo solo es un tanto lamentable, pero es que si estoy con más gente no pienso cosas así, lo cual es un alivio, porque me presionarían para visitar a la psicóloga de Tony Soprano (que vaya morbo tiene la paisana). Eso sí que lo haría de buena gana, pero en la vida real de por aquí, seguro que las buenas doctoras no están tan buenas. En fin, antes de quemar los circuitos de mi teclado con las babas, pasemos a lo que tenía en mente.

El caso es que, leyendo tantas veces la Frikipedia y, teniendo en cuenta la cantidad ingente de capítulos de programas chorras como La Hora Chanante, Muchachada Nui y demás sinsentidos chorras que me trago, se me ocurrió que tal vez yo fuese capaz de decir tantas tonterías. Si los demás pueden, estoy seguro de que yo, también.

Alternando con Dante, la idea es escribir tonterías sobre gente medianamente famosa, bajo el título “Fray-Tuko presenta”, imitando muy mucho el de Stan Lee (Stan Lee presenta). ¿No se parece mogollón?

De esta manera espero divertirme más yo… y tratar de captar lectorcetes, que últimamente me da que no tengo ni uno, jajaja… Eso implica que tengo mi ego echando pestes continuamente, lo cual no es agradable.

Dicho esto, queda avisado que el próximo texto que, sabe dios cuándo lo postearé, tratará de Marilyn Manson, un zurullo con patas en horas bajas.

domingo, 30 de noviembre de 2008

¿Frío+cerebro? Uff...

Érase que se era, que aunque aún no era, tanto deseaba ser, que terminó siendo. Y por eso comienza aquí y ahora esta historia acerca de cosas que quizá nunca hayan sido o existido, pero que quién sabe a ciencia cierta si pudo, puede o podrá ser verdad que alguien las haya vivido. Porque si algo nos ha enseñado la fantasía… yo no logro recordarlo. Pero quién necesita de otra gente para inventarse cosas. ¡Rayos, eso no sería inventar nada!

Pues resulta que era un rey, que tenía vasijas, las metió en tres valijas y las envió por FedEx. No tendría mucha importancia de no ser por el hecho de que dentro de las vasijas había cositas brillantes, muy, pero que muy importantes. Y es por todos sabido que secretos nunca hay en ninguna parte, que todo se acaba sabiendo, así que, como es lógico, aquello terminó por saberse…

¿He dicho que empezaba una historia? Mentí. Es mentira, no empieza un carajo. Era la típica maniobra de jugar al despiste. Vamos, que haces como que vas a hacer, pero luego deshaces. La idea es simple. Quizás otro día.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Los tiempos que corren

Tratar de dar… No, tratar de dar, no. Dar. Eso es. Dar lo mejor de uno mismo, darlo todo en un momento determinado o durante un período de tiempo más largo o menos, cosa que para esto no importa… pues a veces no proporciona el resultado deseado, pensado o ansiado. Depende y mucho de las circunstancias, del egoísmo, del momento, de las personas. Depende de tantos factores que, para cuando uno se da cuenta de que lo que ha estado haciendo ha sido una dolorosa pérdida de tiempo, aún causa mayor daño.

Por eso lo más cómodo… lo más útil, sencillo y, a la larga, gratificante, es ser un desgraciado cabrón sin escrúpulos ni sentimientos.

¿Os habéis parado a pensar alguna vez que cada cosa que hacemos, pensamos o decimos repercute en al menos otra persona? ¿Qué a pesar de ser individuos únicos nuestras acciones son como el batir de las alas de las mariposas?

Cuando uno sabe cuáles son los sentimientos de otra persona hacia ti, deberíamos de tener siempre esto en cuenta y andar con pies de plomo. Medir nuestros actos, pues tendrán una gran repercusión. A veces no es culpa nuestra provocar afecto en otros, pero justo por esa razón no deberíamos de ocultar lo que pensamos, para bien o para mal. No ser claros en este punto es aún más doloroso que decir la verdad, pues la otra persona no sabe en qué creer y esa duda lo carcomerá.

En los tiempos que corren, tan individualistas, ya no queda casi nadie que tenga esto en cuenta. Todos son depredadores que ignoran lo que encuentran en su camino si no es su presa.

En los tiempos que corren, pensar en los demás no se lleva. Ser buena gente no se lleva. Ser sincero es algo impensable. Decirle a alguien lo que se piensa, libremente y sin acobardarse, es una utopía.

Por eso me siento perdido en una isla increíblemente remota y completamente virgen (la isla, joder, la isla). Ya no hay putos valores. Citando a Palacio Valdés en su final de “La aldea perdida”:

- ¡Decís que ahora comienza la civilización!... Pues bien: yo os digo..., ¡oídlo bien!... iYo os digo que ahora comienza la barbarie!

martes, 18 de noviembre de 2008

Perseguido

¡Sujetaos los pantalones con tirantes de colorines, que allá vamos!

Cuando recuperó el control de su mente y se dio cuenta que aquella oscuridad no era consecuencia de una pérdida de la visión, trató de ponerse en pie. Tenía la ropa completamente mojada y, por un momento, tembló de frío. Debía de llevar un buen rato entre aquel apestoso líquido. Varias patas menudas le recorrieron la espalda mientras recuperaba grotescamente la verticalidad. Aún le costó una segunda oportunidad, pues se sentía mareado y, sobre todo, muy confuso.

Si algo le puso alerta fueron las voces acercándose de algo semejante a una turba, por la manera de gritar y por lo que llegó a entender entre el griterío. Instintivamente, tras lograr ponerse de pie, lo primero que hizo fue alzar las manos como si fuera un zombie para intentar localizar posibles paredes. Era evidente que se encontraba en algún tipo de conducto o cueva, pues todo resonaba muy cerca de él. Tocar aquellas paredes le pareció la cosa más repulsiva y asquerosa de toda su extraña vida: era como meter las manos entre un montón de babas pegajosas. Incluso su imaginación se permitió el lujo de ponerles un color que variaba entre el amarillo y el verde, por lo que al final se sintió algo aliviado por la falta de luz.

Como no tenía nada claro qué era lo que estaba sucediendo, Dante escogió la huída como un método efectivo para la supervivencia. Necesitaba salir de allí, encontrar un sitio donde poder recuperarse definitivamente y aclarar la mente. Fuera donde fuese que hubiera aparecido, en absoluto tenía garantizada la conservación de su pellejo. Así pues, trazó en su mente un hipotético mapa gracias a la disposición de la pared y rezó a los dioses en lo que no creía para que el camino fuese recto durante al menos un buen trecho.

Empezó a correr como alma que lleva el diablo con el ruido de sus perseguidores casi encima, chapoteando en el agua y espantando a decenas de ratas que disfrutaban de la comodidad de su elemento.

Estaba teniendo una suerte tremenda, pues ya había recorrido una buena distancia sin obstáculos relevantes cuando, por instinto y porque sus pasos producían un eco mucho más cercano debido a la más que posible presencia de una pared transversal, su cerebro activó una señal que le hizo pensar en la conveniencia de un cambio de dirección. Muy bien no se llevaba Dante con su materia gris, porque toda esta información le llegó un poco a destiempo. Es más, la inercia y la tardanza del mensaje provocó que sus manos acudieran raudas hacia la nariz que acababa de reventarse contra la pared, mientras la sangre le recorría los dedos como cuando uno bebe cerveza compitiendo contra sus amigotes y se le cae por todas partes por querer ganar (el símil no es el mejor, pero a Dante le vino esa imagen a una cabeza que le daba vueltas, así que necesariamente ha de servir porque no hay otro más a mano). El desplome que le sobrevino tras el impacto fue de lo más normal, si consideramos las circunstancias, el golpe en sí y la gravedad de la famosa manzana del tal Newton.

Lo que realmente le preocupó en el momento en que volvía a recuperar la consciencia fue que la nariz continuaba sangrando… y tal vez también el hecho de que estaba siendo transportado en volandas y sin muchos miramientos por unas cuantas personas, que probablemente eran los famosos perseguidores.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Aparición

Oscuridad. Humedad. Frío. Y el sonido de cientos de pequeñas patas a su alrededor. Puag, es asqueroso, ya lo sé. Y típico, muy típico. Pero, ¿quién se puede resistir a una persecución a través de una asquerosa alcantarilla de esa de las pelis en las que luego aparece un bicharraco enorme, babeando y con unos dientes que ya quisiera Aragorn tener espadas la mitad de grandes para dar caña a los orcos de Sauron? Uhm, desde luego, esta cita creo que está un tanto fuera de lugar. Más que nada por eso de los derechos de autor y cosas de esas legales que te pueden jugar una mala pasada. Ahora ya sé que no, claro, pero cuando llegue a ser excesivamente famoso y alguna editorial importante publique estas cosillas que escribo ahora, pues se puede liar la gorda.

Ahora que lo pienso… esas editoriales seguramente vaya a ser de mi propiedad, ¿por qué me iba a buscar la ruina a mí mismo? ¿Afán de aventuras? En fin… ¿de qué estaba hablando? Ah, sí, Dante…

Pues eso, el tipo no recuerda exactamente qué hace ahí tirado entre el líquido que ni por asomo es agua. De hecho, es un pequeño precio a pagar por esos viajes temporales a voluntad, esa especie de… amnesia temporal. Sí, bueno, tampoco hay que preocuparse tanto. A medida que pasan las horas estando metido en el cuerpo y la mente del Dante de la época en la que aparezca, pues va recuperando poco a poco su memoria. Es algo extraño y muy confuso, ya lo sé, pero la idea fue tan improvisada que ahora no se me ocurre cómo remediarlo y por eso trato de crear aún más confusión, caos, anarquía cerebral… ya sabéis, ese tipo de cosas que nos garantizan las grandes ingestas de sustancias prohibidas y químicamente no probadas, solo empíricamente. Existirá esa palabra, ¿no?

En serio, la alcantarilla. Dejad de marearme ya de una vez. Así no hay quien coja carrera. Ni haga carrera. Ni que Dante corra. Porque, de verdad, el griterío “in crescendo” que se aproxima a toda velocidad cual efecto Doppler por la espalda de este pobre hombre y las frases que comienzan a ser inteligibles y que serían más que dignas del célebre manual de atroces torturas de Torquemada, no dejarían impasible ni al gran Chuck (la verdad es que deseaba evitar por todos los medios citar al gran Chuck, pero ha sido inevitable: ha sido para ofrecer una visión realmente exagerada de lo jodida que está la situación. Eso sí, nombrarlo una tercera vez en el mismo párrafo implicaría su aparición real en mi habitación, enfadado o como quiera que suela estar con su rostro congelado con la misma expresión, y más que dispuesto a darme una serie de golpes mortales. Esto hace que no escriba una vez más su nombre. No, no lo haré… Chuck). ¡PLAF! ¡PUMBA! ¡CRASH! ¡PLAS! ¡PUM! ¡Ay..!

Llegados a este estúpido y facilón punto, me veo obligado a sustituir a mi jodidamente estúpido predecesor al mando del cuerpo mental de Fray. Yo continuaré humildemente con su legado. Decir que, a pesar de que podría parecer que soy la misma persona que escribía antes… pues no creo que lo sea. Creo, digo.

¿Sabéis que ahora mismo ya no me apetece continuar? Es que se me está yendo el tema de las manos un poco y creo que necesito reposar y calmar un poco la actividad cerebral. Esto de que fluya y fluya… pues me hace perder el hilo principal con suma facilidad.

La próxima vez, juro que será la buena.

viernes, 31 de octubre de 2008

Preparados, listos... y calma, paciencia. Shhh...

Lo bueno de ser un personaje de ficción en manos de, pongamos por ejemplo, un muy poco humilde servidor, es que tengas la posibilidad de viajar atrás o adelante en el tiempo a voluntad. O sea, a mi poco humilde, insisto, voluntad. Por supuesto. Y otra cosa diferenciable es que, una cosa es viajar en el tiempo y otra muy distinta aparecer en otra época y vivir la vida como si fueses un antepasado… o una reencarnación. Bueno, y ahora que lo pienso… pues claro, no es lo mismo viajar en el tiempo con tus conocimientos actuales que aparecer con los conocimientos propios de esa época. ¡Buf, qué lío! No obstante, la verdad es que estoy empezando a pensar que esto sea posible porque, si Dante puede hacerlo, ¿por qué no iba a poder cualquier persona… real? Además, me da la espina de que ésta es la mejor manera de salir de esta pseudo-crisis que se han sacado de la manga los medios de comunicación para tanto alienado y lobotomizado contribuyente. Pero estos temas son serios y, ¿quién dijo que yo lo fuera? Yo de esas cosas no entiendo, ni siquiera he terminado la carrera ni visto trajes o uso gomina (bueno, salvo para las clases prácticas de reproducción humana, pero es una diferente).

Pues venía a contar una batallita más de Dante, pero no en este tiempo. Lógicamente, si no es en este tiempo, debería de ser en otro. Pero aún me falta por inventar la manera en que consigue aparecer en un siglo, en otro, en un mundo paralelo o en otra dimensión. Podría ser mediante sueños, con el pensamiento, con un botijo del tiempo (como Ortega y Pacheco), pronunciando las famosas palabras “Klaatu Barada Nikto”… o simplemente porque sí. Y creo que lo más adecuado para no tener que esforzarme mucho será eso. Dante aparece donde y cuando le sale de las amígdalas con el poder de su mente. Sencillo y útil. Porque, imaginad que invento algo sencillamente genial, viene cualquier trepa, se apropia de la idea y luego le pone derechos de autor o algo de eso. Vamos, sería para ahorcarlo con su propio intestino grueso (oliendo mal).

La cuestión es que tenemos a Dante perdido por el espacio-tiempo y no le estamos haciendo mucho caso. Esto no debería de importarnos, porque él, como personaje de ficción no debería de saber si alguien real piensa en él, pero… ¿y si no fuera así? Así que seamos espectadores de sus aventurillas, mostrémosle un cierto interés. Pero bueno, tampoco mucho. Que luego se lo podría creer y se pondría pesadísimo.

A estas alturas alguien debe de creer que comenzaré a relatar la persecución que tengo en mente y tal, pero se equivoca. Sí, porque después de este tostón para crear el ambiente necesario mediante el cual veremos a Dante sin los placeres de la época actual y bla, bla, bla… veo necesario una pequeña parada. Que no por mucho correr amanece más temprano. Ahora, ya casi en noviembre, hasta las ocho y pico de la mañana o así, nada.

¿Lo voy a dejar aquí y así? Pues sí. Paciencia.

jueves, 30 de octubre de 2008

Cinco días hay entre dos fines de semana

Moralmente estaba condicionado a una serie de pautas para continuar con el proceso vital pero, en el fondo, sabía que la “otra manera” de enfocar aquello le permitiría una serie de libertades temporales que harían que su vida fuese, quizá, un poco más ligera y cómoda de llevar, puesto que sobre sus hombros ya descansaban más responsabilidades y no quedaba hueco para muchas más. Como siempre decía, este espacio individual que ocupa en el tiempo desde el nacimiento hasta la muerte está lleno de decisiones a tomar. Ésta era una de aquellas, aunque en sus ojos se reflejaba algo más. Y no era sino un color rojo intenso, fruto de la inmensa resaca que tenía, pues aún hacía poco que había dejado el último cubata en la barra del local de intercambio cultural, racial, monetario e hidráulico y se había medio-acostado (y se puede decir medio, porque la mitad del cuerpo de Dante estaba fuera del primer sofá que había entre la puerta de su casa y el baño).

Al final, tomó la decisión: llamaría a su jefe y le diría que se encontraba un poco indispuesto y no podía ir a trabajar. Aunque, en fin, ni siquiera fue capaz de levantar el móvil del suelo, porque antes de terminar de pensar esa idea, ya se había vuelto a dormir. ¡Menudos ronquidos!

miércoles, 29 de octubre de 2008

Un paseo

A veces da un paseo después de dormir un poco la siesta. Este día en concreto hacía sol y una temperatura muy agradable, no en vano era verano. La verdad es que no sale de casa muy a menudo porque siempre tiene algo con qué entretenerse, pero nunca se consideró un ermitaño. Además, Dante disfruta sobremanera cuando se encuentra rodeado de gente. Le encanta observar y ser observado, inventarse historias sobre las personas que tiene delante, por imposibles que puedan parecer. Al fin y al cabo, son inventadas. Podría decirse que su imaginación lo mantiene continuamente entretenido. Quizá sea una de las razones por las que tampoco se le suele ver con sus amigos. Además de ocupados, todos viven sus vidas. Diferente fue en la época del instituto y la universidad, cuando estaban por ahí todo el día atravesados. Pero bueno, el tipo en cuestión no se para gran cosa a pensar en estos detallitos. Él es más de acción, de actuar sin pensar, de… coger su mp3 e irse a tomar cervecitas.

Pues dando un paseo estaba cuando pasó por delante de la tienda. El itinerario no había sido casual, sino premeditado cuidadosamente. En aquella tienda trabajaba una muchacha que lo traía por la calle de la amargura. Y es que le gustaba muchísimo, pero ella… en fin, ni siquiera sabía que Dante existía. Y, puesto que él no era tan triunfador como decía ser… pues ni siquiera se atrevía a darse a conocer.

Por eso la cerveza de aquel día le supo más amarga de lo habitual. Y no fue ni el primer día ni el último. ¡Aaah, las mujeres! ¡Qué hermosas y cuán destructivas!

Nota del “PerpetraTor” (así suena más a peli):

Juro y perjuro que es mentira, pero creedme cuando os digo que, no por ser muy parecida la vida de Dante a la del perpetrador de las historias, ha de ser en realidad la misma. Porque, a fin de cuentas, el tipo no se llama igual. Con eso debería de bastar, ¿no? Es simple coincidencia. Sí, eso, coincidencia, porque claro, sus bárbaros del caos no están tan avanzados en pintura como los míos. Aunque seguramente esta tarde, mientras yo trabajo, él se ponga al día y, por la noche, cuando me enseñe sus avances, serán ligeramente parecidos a los míos. Pero no, él no soy yo, aunque lo conozca. ¿Quizá un alter ego de otro que se parezca a mí? ¿Tal vez un yo de un universo paralelo? Al fin y al cabo, Dante tiene un gusto exquisito para cosas que a mí también me hacen tilín. Tendré que pensar en esto. No vaya a ser que me encuentre escribiendo sobre un yo ultradimensional. Yo, yo, yo…

sábado, 25 de octubre de 2008

Decisiones

Dante, Dante. Toda su vida tomando decisiones. Le costaba un trabajo terrible hacerlo, era el tipo de persona que si tuviera una moneda en el bolsillo la lanzaría al aire para zanjar su debate mental. Esta vez no era menos, por supuesto. La diferencia es que ahora era vital que se concentrara para que no se le escapara el cerebro por la boca, por donde ya salía humo, de tanto pensar y pensar y no encontrar solución.

Por una parte, si se inclinaba por una opción, perdería una oportunidad única para experimentar un gozo extremo. Su conciencia espiritual quedaría alterada para siempre y ya no volvería a ser el mismo, porque jamás podría perdonárselo. Había esperado demasiado tiempo como para frustrar lo que ahora contemplaba como una necesidad vital, en el sentido figurado de la expresión, claro. El lado positivo era que abrazar esta opción le salvaría la vida, probablemente.

Pero por otra parte, esperar unos minutos más supondría conseguir alcanzar el cielo, un éxtasis místico solo comparable a cosas que fuesen también místicas y fascinantes. Por ejemplo, a Dante eso no le pasaba muy a menudo, de ahí que le pareciese que hasta el cerebelo estuviese bailando algo arrítmico en algún lugar entre el esófago y la laringe, por acotar un poco. Lo malo de escoger esta alternativa es que le reventaría la vejiga.

Y es que el bruto de Dante se había puesto hasta el culo de sidra y no había ido a mear antes de ponerse en la cola para sacar las entradas del concierto. ¿Dónde tienes la cabeza, Dante?

Testamento

Éste ya no es mi sitio. Hace ya tiempo que dejó de serlo, pero ahora forzosamente he de abandonarlo y exiliarme a otro sitio. La excusa que he encontrado, la tengo en el trabajo. Ahora, lo quiera o no, me tengo que ir a otra ciudad más gris, aunque la zona la que me toca conquistar esté un tanto alejada de ese cielo tan extraño y contaminado. Creo, incluso, que está tan alejado que ni el famoso acento o deje en el habla tienen los habitantes de tan alejado extrarradio. Pero será una novedad, así que, como todas las cosas nueva, resultará emocionante y todo un reto.

Éste ya no es mi sitio. Hace ya tiempo que dejó de serlo, pero entonces y ahora sabía que no iba a importarme marchar, porque era consciente de que las raíces las tenía cortadas y nadie me ataba a este lugar, excepto los evidentes, que no son otros que mis tan extravagantes progenitores, con quienes estoy tan unido por montones de motivos que nadie conoce, aunque los importantes resulten evidentes. Pero ése es otro ingrediente que ahora no interviene en el cóctel.

Éste ya no volverá a ser mi sitio. Al menos, en unos años, si todo marcha bien y los engranajes están bien engrasados, la recámara aceitada y la estopinera ajustada. Por el freno de boca saldrá el proyectil a cerca de novecientos metros por segundo y no se detendrá a mirar atrás, porque la gente ya se ha encargado por mí de que eso no se me pase por la cabeza. Y siempre he dado mil oportunidades, mejillas ya no me quedan más para poner…

Éste ya no es mi sitio, y he de agradecer a toda la gente que he ido conociendo que me faciliten el viaje. ¿Quién les iba a decir que de esta manera, al final, me iban a servir para algo?

Sé que muchas veces he tenido yo la culpa, pero eso es algo que inevitablemente sucede cuando egoístamente quieres abarcar mucho: algo siempre se escapa. La mala suerte llega cuando lo que te queda entre los brazos se transforma en humo, en arena, en líquido… y se escurre, desaparece o se cae al suelo. Entonces te quedas sin las raíces, sin el imán que te atraía a este paraíso.

Ahora se aproxima a toda velocidad otra etapa. No sé si habré madurado más o menos, evolucionado o involucionado, pero seguro sé que ahora tengo la oportunidad de ser alguien y de rodearme de otro tipo de gente cuyo círculo hasta ahora, no es que me estuviera vetado, sino que ni siquiera lo había contemplado nunca como una posibilidad. Tal vez de esta manera encuentre personas que sí me aporten lo que ansío. O me reencuentre con otros exiliados. Que los hay.

Y con todo, esto es como un testamento. Algo que me sirve para pellizcarme y saber que no estoy soñando. Es gracioso. No tengo a quien decirle adiós.

martes, 21 de octubre de 2008

Aventuras y desventuras (en general)

El pelo enmarañado y caótico se sentía abrumado ante la velocidad que Dante le imprimía a todo su cuerpo de deportista en horas bajas, de retirada. Todavía le quedaba la idea, claro, pero la forma era algo que se estaba perdiendo tras una serie de pequeñas lesiones que le habían hecho cambiar el ejercicio activo por la comodidad de la cerveza fresquita en el anonimato de la barra de un bar.

No obstante, ante la más que dudosa perspectiva de lo que se le avecinaba en el caso de que se rindiera al agotamiento y al jamonero de aquel fulano que le perseguía, la adrenalina le ofreció la fuerza que necesitaba para salir de tan embarazosa situación. Y es que lo había vuelto a hacer. Le gustaba el riesgo, era su droga. Y las casadas, su adicción. Así que el pequeño esfuerzo que tuvo que hacer aquella noche para convencer a aquella no tan joven señora le supuso una satisfacción solo superable por la mala uva del marido, que no tuvo mejor idea que regresar antes de lo habitual de su aburrido trabajo. Pero son cosas que pasan. No siempre se gana… del todo.

lunes, 20 de octubre de 2008

La luna

La luna tiene un halo que creo percibir cuando la observo.
Hay infinidad de estrellas a su alrededor, pero ella está ahí, grande y solitaria. Más o menos visible, pero sin más compañía que la de los soñadores o de los que aún llevan los ojos entrecerrados, fustigados por el propio sueño. Que, a veces, además, coinciden y son la misma persona.
Pues sí, la luna tiene un halo, pero de sobra sé que no puedo preguntarle cómo consigue brillar tanto a pesar de su soledad. Permanece impasible por mucho que todo lo que la rodea cambie. Y llena cada rincón y cada alma sin que nadie pueda cuestionarle. No se acuerdan de ella, pero nadie puede olvidarla. E incluso puede que no sea la mejor compañía. Sin embargo, al final, es inevitable alzar la cabeza y verla ahí, esperando ese momento y sonriendo para sí. Regocijándose porque el tiempo es algo que no parece afectarle. Y puede esperar, porque sabe que siempre alzaremos la cabeza buscándola.
¡Qué gracia le hará, pues al final, siempre terminamos acudiendo a ella cuando la necesitamos!
La luna tiene un halo. Mágico. Y misterioso. Por eso me gusta pensar que la comprendo. Y a veces creo que me guiña un ojo. Y me guía en mi búsqueda.