Érase que se era, que aunque aún no era, tanto deseaba ser, que terminó siendo. Y por eso comienza aquí y ahora esta historia acerca de cosas que quizá nunca hayan sido o existido, pero que quién sabe a ciencia cierta si pudo, puede o podrá ser verdad que alguien las haya vivido. Porque si algo nos ha enseñado la fantasía… yo no logro recordarlo. Pero quién necesita de otra gente para inventarse cosas. ¡Rayos, eso no sería inventar nada!
Pues resulta que era un rey, que tenía vasijas, las metió en tres valijas y las envió por FedEx. No tendría mucha importancia de no ser por el hecho de que dentro de las vasijas había cositas brillantes, muy, pero que muy importantes. Y es por todos sabido que secretos nunca hay en ninguna parte, que todo se acaba sabiendo, así que, como es lógico, aquello terminó por saberse…
¿He dicho que empezaba una historia? Mentí. Es mentira, no empieza un carajo. Era la típica maniobra de jugar al despiste. Vamos, que haces como que vas a hacer, pero luego deshaces. La idea es simple. Quizás otro día.