martes, 3 de febrero de 2009
¡Oh, dios mío, han matado al Panzón! ¡Hijosdeputa...!
Me voy de Bogotá hacia el Norte, hacia los costeños y su, ejem... vallenato.
Los 2600 metros y su sensación de ausencia de oxígeno quedarán eclipsados por el calor de La Guajira y El Cesar.
No obstante, después de 15 días, la verdad es que esa sensación de altura ya no se siente apenas, así que se comprende perfectamente por qué esta gente aguanta tan bien.
Me quedarán recuerdos geniales de este periplo entre cachacos, sin duda. Recuerdos que guardo para mí y que, en forma de foto, en algún lado colgaré.
Por lo demás, siendo el niño pequeño que soy... sólo espero que, cuando regrese a casa, mi Lobezno, mi cuadro psicópata, mi toro-diablo... lleguen sanos y salvos, con la menor cantidad de desperfectos, a casa. Porque forman todos parte de ese bonito recuerdo.
El Diablo Panzón.